
El Pastor Pablo Ureña había sostenido una lucha durante ocho años para que el hospital adquiriera el aparato, y tras lograrlo, Ureña convocó a miembros de su iglesia, líderes comunitarios, personal del referido hospital y miembros de la Fundación Niños con una Esperanza, un barbero le cortó y afeitó la barba ante el aplauso de los presentes.
Al ser entrevistado por periodistas presentes, declaró que para conseguir el tomógrafo pasó muchas vicisitudes, incluso por burlas de funcionarios del hospital.
Dijo que la lucha aun no termina, ya que faltan los quirófanos y otros servicios básicos, ya que está bueno que los niños sigan muriendo por falta de atenciones adecuadas.
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