
La protesta se organizó por la posible aprobación de un proyecto de ley que impediría a la universidad del estado la potestad de impartir y calificar la prueba de aceptación médica para dejarlo en manos del sector privado.
Los manifestantes lanzaban botellas de aguas a los policías que trataban de imponer el orden, pero el asunto pasó a color de hormiga cuando en vez de agua, comenzaron a lanzar piedras a los uniformados y a cruzar el cordón de seguridad, por lo que los policías repelieron el ataque con disparos al aire y con bombas lacrimógenas, sembrando el desconcierto en toda el área e impidiendo el paso de vehículos y peatones como por espacio de media hora en el lugar y las calles circundantes.
La pieza manzana de la discordia fue sometida por el Diputado Mario Hidalgo, y contempla la aplicación de un examen dos veces al año para poder ejercer la medicina y optar por una plaza `para especialización.
Los protestantes fueron invitados por los legisladores para escuchar sus inquietudes, pero estos ante la inconformidad del proyecto, solo entregaron un documento y procedieron a los disturbios.
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